El nombre de la Santisima Virgen María, significa:
MAR-IA, o MYRIAM en egipcio significaría: "La hija preferida de Dios"
Dogma es una verdad que pertenece al objeto de la fe de una manera irreversible. Todo dogma ha sido revelado por Dios de una manera explícita o implícita. Y ha sido solemnemente definido por el magisterio de la Iglesia o propuesto como tal por la tradición invariable de la misma Iglesia. Negar algún dogma equivale a negar la misma fe, pues supone negar la autoridad de Dios, que lo ha revelado.
No todo lo que Dios ha querido manifestarnos está en la Escritura. Hay que contar también con la Tradición. Ambas son fuentes de revelación. Apoyándose en ellas, y con el uso de la razón, la Iglesia explicita, enriquece y en cierto sentido traduce para los fieles el mensaje cristiano primordial. El Vaticano II, en la Dei Verbum, lo resume así: «La teología se apoya, como en cimiento perdurable, en la Sagrada Escritura unida a la Tradición; así se mantiene firme y recobra su juventud, penetrando a la luz de la fe, la verdad escondida en el misterio de Cristo» (No. 24).
La teología nos presenta el retrato espiritual de María. Y ello a base de ciertos trazos, unos más importantes que otros. De entre aquéllos -a los que llamamos verdades fundamentales- hay algunos que reciben el nombre de dogmas.
Los Dogmas Marianos son:-La Inmaculada Concepción.
-La Maternidad Divina.
-La Perpetua Virginidad
-La Asunción de María.
El Dogma de la Inmaculada Concepción
Establece que María fue concebida sin mancha de pecado original. El dogma fue proclamado por el Papa Pío IX, el 8 de diciembre de 1854, en la Bula Ineffabilis Deus.
Significa este dogma dos cosas: que María fue concebida limpia de pecado original y que desde el primer instante de su concepción estuvo adornada de la gracia de Dios.
Su inmunidad del pecado original se le otrogó en virtud de los méritos futuros de su Hijo Redentor. Este privilegio está insinuado en dos textos de la Sagrada Escritura. Primero, en Génesis 3, 15, en que se habla de la victoria de la mujer y de su descendencia sobre la serpiente. Y segundo, en Lc 1, 28, en las palabras que el ángel dirigió a María: «Dios te salve, llena de Gracia».
A estos textos han recurrido los Papas y Concilios para enseñar y definir este dogma. El Papa Pío IX definió como dogma esta verdad en 1854, en la Bula Ineffabilis Deus. El Vaticano II, en su Constitución sobre la Iglesia, ha reafirmado ambos aspectos del dogma: preservada inmune de toda mancha de culpa original (LG 59) y «enriquecida desde el primer instante de su concepción con esplendores de santidad del todo singular» (LG 56).
El Dogma de la Inmaculada Concepción
Establece que María fue concebida sin mancha de pecado original. El dogma fue proclamado por el Papa Pío IX, el 8 de diciembre de 1854, en la Bula Ineffabilis Deus.
Significa este dogma dos cosas: que María fue concebida limpia de pecado original y que desde el primer instante de su concepción estuvo adornada de la gracia de Dios.
Su inmunidad del pecado original se le otrogó en virtud de los méritos futuros de su Hijo Redentor. Este privilegio está insinuado en dos textos de la Sagrada Escritura. Primero, en Génesis 3, 15, en que se habla de la victoria de la mujer y de su descendencia sobre la serpiente. Y segundo, en Lc 1, 28, en las palabras que el ángel dirigió a María: «Dios te salve, llena de Gracia».
A estos textos han recurrido los Papas y Concilios para enseñar y definir este dogma. El Papa Pío IX definió como dogma esta verdad en 1854, en la Bula Ineffabilis Deus. El Vaticano II, en su Constitución sobre la Iglesia, ha reafirmado ambos aspectos del dogma: preservada inmune de toda mancha de culpa original (LG 59) y «enriquecida desde el primer instante de su concepción con esplendores de santidad del todo singular» (LG 56).
El dogma de la Maternidad
Divina se refiere a que la Virgen María es verdadera Madre de Dios. Fue solemnemente definido por el Concilio de Efeso (año 431). Tiempo después, fue proclamado por otros Concilios universales, el de Calcedonia y los de Constantinopla.
Este dogma enseña que María es verdadera madre de Dios porque engendró al Hijo de Dios, la segunda persona de la Trinidad, la Persona del Verbo.
Este Verbo se hizo hombre por medio de María asumiendo la naturaleza humana, engendrada milagrosa y virginalmente por ella, por obra del Espíritu Santo. Por eso María es verdaderamente su Madre.Esta verdad está contenida en la Sagrada Escritura y fue definida por el Concilio de Éfeso (año 431). Más tarde, fue proclamada por otros Concilios universales, como el de Calcedonia (451) y segundo de Constantinopla (553).
Divina se refiere a que la Virgen María es verdadera Madre de Dios. Fue solemnemente definido por el Concilio de Efeso (año 431). Tiempo después, fue proclamado por otros Concilios universales, el de Calcedonia y los de Constantinopla.
Este dogma enseña que María es verdadera madre de Dios porque engendró al Hijo de Dios, la segunda persona de la Trinidad, la Persona del Verbo.
Este Verbo se hizo hombre por medio de María asumiendo la naturaleza humana, engendrada milagrosa y virginalmente por ella, por obra del Espíritu Santo. Por eso María es verdaderamente su Madre.Esta verdad está contenida en la Sagrada Escritura y fue definida por el Concilio de Éfeso (año 431). Más tarde, fue proclamada por otros Concilios universales, como el de Calcedonia (451) y segundo de Constantinopla (553).
Este dogma es el principal de todos los dogmas marianos. Y la raíz y fundamento de la dignidad singularísima de la Virgen María.
El dogma de la Perpetua Virginidad
se refiere a que María fue Virgen antes, durante y perpetuamente después del parto. "Ella es la Virgen que concebirá y dará a luz un Hijo cuyo nombre será Emanuel" (Cf. Is., 7, 14; Miq., 5, 2-3; Mt., 1, 22-23) (Const. Dogmática Lumen Gentium, 55 - Concilio Vaticano II). Se llama a esta prerrogativa la virginidad perpetua de María.
Este dogma incluye la virginidad de María antes de la concepción del Hijo de Dios, en su concepción, en su nacimiento y después de éste.
María permaneció virgen en el momento de la concepción del Verbo, porque fue hecha Madre de Dios por obra del Espíritu Santo, sin intervención de varón. Fue virgen en el parto, porque el nacimiento del Hijo de Dios no quebrantó, más bien consagró su virginidad. Es una verdad enseñada a través de la tradición de la Iglesia. La ratifica el Vaticano II al decir que «su Hijo promogénito, lejos de disminuir, consagró su integridad virginal» (LG 57).
María fue virgen después del nacimiento de Jesús, porque no tuvo comercio carnal con ningún hombre. Esto lo ha reafirmado el magisterio de la Iglesia en muchas ocasiones proclamando la virginidad perpetua de María (Concilio IV de Letrán, en 1215). La virginidad perpetua de María es doctrina contenida en el Nuevo Testamento y profesada desde la época más remota.
El dogma de la Asunción
se refiere a que la Madre de Dios, luego de su vida terrena fue elevada en cuerpo y alma a la gloria celestial.
Este Dogma fue proclamado por el Papa Pío XII, el 1º de noviembre de 1950, en la Constitución Munificentisimus Deus. Según este dogma, la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, terminado el período de su vida terrestre, fue elevada en cuerpo y alma a la gloria celestial. Pío XII definió el dogma en 1950, en la Bula Munificentissimus Deus. No queda definido si la Virgen murió o no. Sólo que su cuerpo no quedó sometido a la corrupción del sepulcro, y que ha sido ya glorificado.
La profecía contenida en Génesis 3, 15 insinúa esta verdad al anunciar la victoria de la mujer y de su Hijo sobre el pecado y sobre la muerte. Lo mismo parece desprenderse del Cap. 12 del Apocalipsis.
Por su parte, el Vaticano II ha dicho: «La Madre de Jesús, ya glorificada en los cielos en cuerpo y alma, es la imagen y principio de la Iglesia que ha de ser consumada» (LG 68).
Una cancion hermosaaaa!!!! :)
http://www.youtube.com/watch?v=TkY9HtwXNU8
http://www.youtube.com/watch?v=Djmvux5Toao
El dogma de la Perpetua Virginidad
se refiere a que María fue Virgen antes, durante y perpetuamente después del parto. "Ella es la Virgen que concebirá y dará a luz un Hijo cuyo nombre será Emanuel" (Cf. Is., 7, 14; Miq., 5, 2-3; Mt., 1, 22-23) (Const. Dogmática Lumen Gentium, 55 - Concilio Vaticano II). Se llama a esta prerrogativa la virginidad perpetua de María.
Este dogma incluye la virginidad de María antes de la concepción del Hijo de Dios, en su concepción, en su nacimiento y después de éste.
María permaneció virgen en el momento de la concepción del Verbo, porque fue hecha Madre de Dios por obra del Espíritu Santo, sin intervención de varón. Fue virgen en el parto, porque el nacimiento del Hijo de Dios no quebrantó, más bien consagró su virginidad. Es una verdad enseñada a través de la tradición de la Iglesia. La ratifica el Vaticano II al decir que «su Hijo promogénito, lejos de disminuir, consagró su integridad virginal» (LG 57).
María fue virgen después del nacimiento de Jesús, porque no tuvo comercio carnal con ningún hombre. Esto lo ha reafirmado el magisterio de la Iglesia en muchas ocasiones proclamando la virginidad perpetua de María (Concilio IV de Letrán, en 1215). La virginidad perpetua de María es doctrina contenida en el Nuevo Testamento y profesada desde la época más remota.
El dogma de la Asunción
se refiere a que la Madre de Dios, luego de su vida terrena fue elevada en cuerpo y alma a la gloria celestial.
Este Dogma fue proclamado por el Papa Pío XII, el 1º de noviembre de 1950, en la Constitución Munificentisimus Deus. Según este dogma, la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, terminado el período de su vida terrestre, fue elevada en cuerpo y alma a la gloria celestial. Pío XII definió el dogma en 1950, en la Bula Munificentissimus Deus. No queda definido si la Virgen murió o no. Sólo que su cuerpo no quedó sometido a la corrupción del sepulcro, y que ha sido ya glorificado.
La profecía contenida en Génesis 3, 15 insinúa esta verdad al anunciar la victoria de la mujer y de su Hijo sobre el pecado y sobre la muerte. Lo mismo parece desprenderse del Cap. 12 del Apocalipsis.
Por su parte, el Vaticano II ha dicho: «La Madre de Jesús, ya glorificada en los cielos en cuerpo y alma, es la imagen y principio de la Iglesia que ha de ser consumada» (LG 68).
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